Aquí te traigo, Cádiz, un nuevo tango,
un tango pa que puedas tatarearlo,
que en tu mente el sonido quedase,
como aquella postal que guardaste,
un sonido que siempre quedó
como el del amor cuando el cuerpo ve,
o el sonido que hace al lanzar
la caña al pescar y silba a la vez,
y que guardes mi tango
como guardaste el sonido
del chocar las maderas
de las piernas de Batillo,
y que guardes mi tango
como un grito de mi tierra,
de los de “Viva la Pepa”
porque suena a libertad.
Que lo puedas guardar
como hiciste sin más
el din-dan de las campanas
del Corpus en Catedral.
Que recuerdes igual
como suena la mar
o el chasquido de las llamas
de los juanillos en San Juan.
Ojalá que mi tanguillo,
te acompañe por tu vida
como te acompaña siempre
el sonido de una horquilla.
Ojalá que mi tanguillo
no se te pueda olvidar
y que guardes para siempre
mi tanguillo, mi tanguillo
guardes como una postal.
Fernando Migueles Santander
‘Oriente y Occidente’ – 2005