Y como todos los domingos
del brazo y agarraítos
se ve a la Lola y su Manolo
marcharse pa echar el ratito
con sus amigos de niñez.
Y como siempre
le pasa a Lola
la situación le supera
viendo a los chicos
de sus amigos,
la bendición que a ti se te niega
y hasta te tienes que esconder.
De vuelta a casa siempre la misma rutina
que aunque se quieren y se hablan y se miran,
las caras largas y en la mesa se les queda
to la comida.
Después del llanto y las caricias
la tristeza se les pasa y les levanta
la ilusión de que algún día suene en casa esa llamada
de la esperanza, esperanza, esperanza.
Que buscan adoptar a un niño
que alborote los rincones de su alma
correteando por toa la casa, la casa, la casa.
Y con las carnes abiertas
llevan dos años esperando,
les queda humor pa decirte
ay, qué embarazo más largo.
Si ella llamada llegara
no importará niña o niño
que más da rubio, alto o negrito
que será solo su hijo.
Constantino Tovar Verdejo
‘La república gaditana’ – 2007