En el año 1986 tampoco consiguieron un premio con la comparsa ‘Orfebre’. Esta agrupación, al igual que ocurrió con ‘Hombres azules’, fue muy aclamada por el público pero, al parecer, al jurado de la época no le pareció igual de buena.
Ese mismo año Joaquín Quiñones compone para una modalidad en la que muchos no lo ubicarían jamás, ya que saca el cuarteto ‘Autorretrete’ sin conseguir tampoco ningún premio. El cuarteto estba compuesto por Bernardo Cala, Santiago Figueroa y Mauricio Reyes. Es la única incursión de Quiñones en esta modalidad.
En 1987 vuelve a gustar con su comparsa pero tampoco consigue un premio con ‘Clásicos de la música’. La dirección del grupo en esta ocasión fue de Pepe Martínez que relevó a Manolo Moreno en el cargo.
Al año siguiente, al igual que hicieron otros autores como Antonio Martín o Pedro Romero, Joaquín Quiñones se toma un descanso y no presenta comparsa. Vuelve en 1989 y lo hace para pisar de nuevo la final, obteniendo un cuarto premio con ‘La fábrica de tabaco’. Esta comparsa es muy querida por el autor, ya que su vida laboral discurrió en la tabacalera de Cádiz. Ese año, y por último año, fue Manolo Moreno el director de la agrupación al que dedicaron este pasodoble.
Correteaba
por el barrio de chiquillo
detrás de las chirigotas
al son de bombo y platillo.
Sin darse cuenta
cuando no tenía ni barba
ya era el punta de elegancia
en la comparsa Paco Alba.
Con ese duende
y el embrujo gaditano
va vendiendo con las manos
lo que dice en su cantar.
Fue mano derecha del Brujo
en tantísimos triunfos
y todavía se le humedecen
sus mejillas al recordar.
Es de aquel grupo inigualable
el que aún sale a la calle
porque por la juventud quiere apostar.
Ay, si mi pluma temblorosa
no se cruza en su camino
yo sería posiblemente
un autor desconocido
que soñaba, como tantos
en unas manos consagrá.
Ay, aunque sé que no te gustan
los honores, es lo de menos
va por ti, Manolo bueno
por el Moreno
por el Moreno, el de Cai, casi na.
Estrena la década de los 90 con un nuevo director, el veterano José Sibón Pedemonte (El Purri). Por segundo año consecutivo son cuarto premio y, si en el año anterior miraban a Cádiz, esta comparsa tenía sones estadounidenses. Se llamaba ‘Mississippi Club’. Cada año quedaba más que demostrado que la dulzura de las músicas de Pepe Martínez y las letras de Joaquín Quiñones cazaban a la perfección.
En 1991 consigue un tercer premio con ‘Anónimo gaditano’, una comparsa en la que volvió a mirar a Cádiz y a su carnaval y que supone el segundo y el último año como director del Purri. En esta comparsa destacó un pasodoble que se ha quedado, el que Joaquín Quiñones le dedicó a su madre a través de su hija.
En 1992 Joaquín y Pepe se unen a un director muy experimentado que venía de pasar por varios autores en los últimos años. Parte del grupo de ‘Anómino gaditano’ y parte de ‘La señora’ se unieron y dieron lugar a un matrimonio carnavalesco entre Fali Mosquera y Joaquín Quiñones que duró hasta la retirada del autor en el año 2013.
Ese matrimonio no pudo empezar de mejor manera, ya que la comparsa que sacaron en 1992, ‘Suspiros de Cai’, consiguió un primer premio y devolvió a Joaquín Quiñones la gloria carnavalesca diez años después de su primera victoria. En esta comparsa destaca el pasodoble que le dedicara a la sirena, una letra que ha quedado y que, recientemente, ha sido inmortalizada en un azulejo en la calle de la Palma.
Sabía un camino,
camino entre piedras
que un día me enseñara
una bella sirena.
Y a la luz de la luna,
como en un romance,
me citaba con ella
por testigo el levante,
por testigo el levante,
su vestío de plata
se recostaba sobre el aguaje
y su larga melena,
envolviendo el paisaje…
Yo me perdí tantas noches,
sirena mía, por ir a buscarte.
Quisiera ser marinero
para subirte a mi barca
y, bajo un palio de estrellas, remar
sobre los bucles del agua.
Quisiera ser marinero
para poder presumirte de atardeceres
tostaos de soles, tostaos de soles
y el postín de mi quilla
dejando blancos tirabuzones
mientras tú coqueteas,
al rumor de canciones,
y se muere de envidia
tu celestial corte de tritones.
Vente, vente a mi regazo y cuenta
si allá en las profundidades
la libertad no se necesita
porque eres libre en aguas benditas.
Cuenta si verdad están viviendo
allí, como reinas, las mojarritas.
Déjame perderme como en el idilio
de un adolescente
contigo por esos mares
qué sabe la gente de sueños, de amores
y que nos lleve la corriente.