El duende del gaditano
no reside solamente
en un tango a la Caleta,
en la pasión del estadio,
en la cruz del penitente
o en un cante de ida y vuelta.
El duende de nuestra tierra
además de a marea,
a incienso y romero
huele a lucha y a pelea
y a la sangre del obrero.
Cádiz de puertas pa dentro
encierra el lamento
de un joven parao.
La redención de una playa
que añora y que calla
lo que le han robao
y los latidos de un pueblo
que busca sustento
pegando bocaos.
Pero de puertas pa fuera
es la puñetera sonrisa que sale
de unos catetos que solo
le arriman el hombro
a sus hermandades,
el sambenito de flojo
que cura su enojo
con los carnavales.
Mírame bien la etiqueta
y no seas más chabacano
que no pone copla y fiesta
solo pone Gaditano.
Y si me visto compadre
de chufla o de penitente
es pa cantar y limpiarle
los pecados a mi gente
pero después me desnudo
y voy sin casco ni escudo
a echar cojones en el puente
y si no entiendes la guerra
del obrero y de las letras,
de la horquilla y del compás.
Ay tiritritrán
no entiendes el duende bendito
de nuestra ciudad.
Tiritritrán
no entiendes mi historia, mi sino,
ni mi libertad.
Tiritritrán
no entiendes el doble sentido
de este guirigay
y no entenderás que al extranjero
diga que esto es lo que hay
y que me sobra hasta el cielo
porque mi nación es Cai.

José Antonio Cheza y José Luis Zampaña
‘El rincón del duende’ – 2018