Come cuando tiene sueño,
duerme cuando está despierto,
lee cuando tiene hambre.
De tanto tragarse el llanto
se le han cerrado los labios,
ni las palabras le salen.
A cuestas con su bolsito
Cádiz recorre enterito
solo por la madrugá,
pulsa la tecla aprendía
a cualquier hora del día:
“quiero hablar con mi papá”.
Lo que más quería en el mundo
en este mundo lo dejó,
no hay pastilla que le cure
la soledad del amor,
en la iglesia de su casa
vive rodeao de sus fotos,
tras unos ojitos verdes
veo impotente
cómo los duendes
lo vuelven loco,
cambiando todo de sitio
triturando poco a poco.
En la puerta de ensayo
siempre está Pepe el primero
por lo menos entre coplillas
se le va el tiempo enseguida
hasta que vuelve a su agujero.
Come cuando tiene sueño,
lee cuando tiene hambre.
Así es el universo
de mi viejo y muchos padres.
De noche le oigo rezar
esperando que venga
volando Peter Pan
y le lleve con ella
a donde nunca jamás
se sentirá como un niño perdío.
No sé si oirás mi canción
pero antes de borrarme
de tu imaginación
te grabo este “te quiero”
al lado de un corazón
tan bueno como vacío.
Antonio Martínez Ares
‘Los carnívales’ – 2019