No me importa que seas tú
razón de la libertad
si yo soy el prisionero
de su melena enredá.
Pa qué quiero un mar azul
con toda su inmensidad
si me pierdo por su mirada
y ya no sé regresar.
Si las cosas más importantes
de un carnaval lleva hasta el olvío
cuando siento que está a mi vera
no sé siquiera en qué mundo vivo.
Si al levante, viento rebelde,
nombraron viento de la locura
pero yo me volví loquito de atar
al estar mi secreto en su portal,
secretos de madrugá.
Si tu luz va clareando
por toítos los rincones
tengo su sonrisa
que vuelve blancos los corazones.
Todos miran hacia el cielo
cuando reinan tus estrellas
que mueren de envidia
porque solo tengo
ojos para ella.
Y el compás que dan tus olas
qué más da, de nada valen,
si mi niña me baila
como solo ella sabe.
Un traje de lluvia
me hago con tus celos,
con tus vendavales.
Que tú ya tienes tu edad
tres mil años te llaman
y se para hasta el tiempo
si a esa chiquilla le da la gana
solo algo en la vida
brilla más que Cai:
las gaditanas, las gaditanas.
Rafael Pastrana y José Ramón Zamora
‘Los voluntarios’ – 2002