Con un saludo sincero
y como ofrenda una copla,
llegan los aventureros
con cantares nuevos
y unas ganas locas
de entregarse por entero
y, cantando, el alma echar por la boca.
No tengo rumbo ni sino,
es mi vida aventurera
como la orilla
del mar pinturero
que a esta tierra baña,
voy recorriendo
casi el mundo entero,
vivo mil hazañas,
creyendo siempre que era feliz.
Creyendo, pero al ver de nuevo
el encanto y la gracia de tus cosas
yo te juro por mi madre, tierra hermosa,
que to mi cuerpo se ha estremecío,
porque he estado ciego
yendo en busca de aventuras y de hazañas
aunque siempre te he llevado en mis entrañas
por ser la cuna donde he nacío.
Pero de verdad quisiera
una promesa poder hacerte:
no me iré de tu vera
hasta la misma muerte.
Porque es que te quiero
como sabes bien que siempre te he querío,
mi norte, mi vida, mi vida,
siempre fuiste tú mis penas y alegrías,
Tacita mía, y es que por ti
pierdo el sentío.
Antonio Martín García
‘Los aventureros’ – 1972