Érase una vez,
un cuento al revés
donde Blancanieves
era la mala.
Cuento sin perdiz,
sin final feliz
con la nieve blanca
que se inhala.
La blanca nieve,
no es más que negro dinero
de los ricos más canallas,
la blanca nieve,
la que a mí no me hace falta
para cantarte en el Falla.
La manzana lleva su gusano
nunca la muerdas
si la ponen en tu mano,
no la vayas a probar
o muy pronto te verás
igual que los siete enanos.
Que hay mas que un bonachón
que si está sin blanca nieve
se convierte en el gruñón.
Conozco algun tristón
que le han dejado el cerebro
del enano dormilón.
Cuántos vi,
a cuántos mocosos vi
“yo controlo, que yo soy el sabelotodo”.
Cuántos vi
arruinarse la nariz,
jóvenes princesas
y valientes principitos
que se convirtieron
para siempre en el mudito.
Antonio Pedro Serrano Álvarez y Constantino Tovar Verdejo
‘Las muchachas del congelao’ – 2009