La asistencia fue aún menor en San Antonio que en La Viña donde el público se refugió en los bares de la zona
El mapa se dio la vuelta y Cádiz amaneció en el Norte de España. Frío (la capital registró siete grados casi todo el día) y mucha lluvia fue lo que se encontraron ayer desde primera hora de la mañana los organizadores de los dos grandes eventos gastronómicos previos al Carnaval. En la Erizada y la Ostionada lo tuvieron muy difícil para atraer al público hasta la calle de La Palma y la plaza de San Antonio, respectivamente.
Tan complicado que el propio presidente de la peña El Erizo, Antonio Rueda, al filo de las dos de la tarde, decidió desistir y anular las cinco actuaciones que estaban previstas sobre el tablao instalado en la esquina de la calle de La Palma con Cristo de la Misericordia. El coro de Córdoba Los hapypy day, la chirigota chiclanera Los Iniesta de Frankfurt, la agrupación Ole mis niños y las chirigotas de San Fernando Los agropecuarios y Los de la Isla de León se quedaron sin cantar ante la imposibilidad de actuar bajo una persistente y molesta cortina de agua.
Antonio Rueda no podía ocultar su tristeza al contemplar el escaso número de personas que aguardaban bajo sus paraguas en la cola de los erizos. De hecho, el reparto del caletero animal fue la única tradición que se mantuvo en esta XXX edición. Más de 600 kilos de erizos y 300 botellas de manzanilla, que a las 16 horas ya estaban agotadas. El público de La Viña optó por realizar apariciones fugaces -lo justo para consumir los erizos y volver a casa- o por resguardarse en los bares del barrio que retiraron sus barras callejeras para facilitar el paso al interior.
Al amparo de los paraguas
Algo más difícil lo tuvieron los presentes en la plaza de San Antonio. Los escasos valientes que se acercaron hasta la zona no encontraban zonas en las que guarecerse. La perspectiva desde la calle Torre -larga, pesada y solitaria, en contra de su alegre aspecto usual en esta jornada- no podía ser más desoladora.
Las pequeñas carpas apenas eran capaces de refugiar a los presentes. Bajo el escenario, una veintena de ‘jartibles’ hacían todo lo posible por escuchar las coplas de los coros. Y es que Antonio Pérez, presidente de la peña organizadora El Molino, decidió plantar cara a la lluvia y desarrollar una edición improvisada.
Los integrantes de los coros que decidieron actuar -El cofre del tesoro, Los muertos del coro y La pesadilla- se esforzaron por hacerse oír sin megafonía y bajo los toldos del escenario. Abajo, los presentes hacían malabares para comerse los ostiones con el paraguas en una mano y la cerveza en la otra. Toda una proeza a la que tan sólo unos pocos de atrevieron. «Al final, sobraron ostiones y vino, así que lo repartimos al final. Ahí sí que se acercó gente», apostilla divertido Antonio Pérez.
Fuente: La Voz de Cadiz
1 comentario
Desde mi punto de vista, una absoluta vergüenza lo de la ostioná: los coros cantando a cuatro personas con paraguas o a ninguna, o a los otros coros, dos minicarpas para 4 coros y encima sin micrófonos, lloviendo que terminé con la guitarra empapá. Cuando esté lloviendo espero que para otra ocasión lo piensen mejor porque fue una falta de respeto para quien va allí a cantar por cumplir con ellos y se encuentran que lo que hacen es tirar por tierra cuatro meses de ensayo.
Debería haberse suspendido