La playa de la Caleta despide el verano enterrando a su caballa

por El Pater

Pedro Romero será el pregonero de un acto en el que bautizarán a Antonio Trujillo como caletero

“¡Cuánta hambre ha quitado la caballa!”, exclamaba Pedro Romero, pregonero -esta noche- del entierro del pez. Recordaba el comparsista “el perjuicio” que causaba a las familias las tardes de fuerte levante, cuando los pescadores no podían salir a faenar y el plato de comida, como consecuencia, “estaba mucho más vacío”.

El barrio de La Viña y su barrio, Santa María, se llenaban -por suerte- de marineros las tardes de veranos, los cuales -en sus respectivas esquinas- anunciaban con gritos que había llegado la captura.

Precisamente los pescaderos fueron quienes comenzaron a rendirle este merecido homenaje. El inicio fue hace 24 años, cuando los marinos, “con más tristeza que alegría”, cerraban el ciclo de la caballa, y en definitiva, del periodo estival. Ya por entonces se disfrazaban las viudas que acompañaban el festejo y se comía el peculiar pescado con sus fideos, aunque como afirma la presidenta del club Caleta, María del Carmen Bernal, “todo era más pobre”.

La esencia, mucho tiempo después, sigue siendo la misma, pues la Caleta es especial, y los entierros -incluso- se cubren de coloretes para dar paso a la alegría. “Las ganas de disfrutar no nos la quita nadie”, exclamaba Bernal mientras realizaba las pertinentes tareas para que todo estuviese a punto en la velada nocturna.

Actualmente el club Caleta es el organizador del evento. Los creadores originales no podían hacerse cargo, debido al coste, de la celebración y por tanto, tuvieron que ceder su empresa. Bernal sigue resaltando “el carácter no lucrativo”, pues sólo reciben la subvención del Ayuntamiento, “la cual, por cierto, ha llegado bastante tarde”, puntualizaba la presidenta.

El evento comenzará a las diez de la noche, aunque desde las seis de la tarde las viudas caleteras realizarán un recorrido en el que velarán, con más risas que lágrimas, a la difunta caballa. Luego, llegará la entrega de trofeos a los trabajadores de la mar que han faenado para que este verano no faltara la estrella principal de la fiesta en ningún plato de Cádiz, y al instante, la incineración de la difunta.

Tras ello, el pregón de Pedro Romero, un discurso que será “como el vino de Solera, profundo y corto, así no se aburre a nadie y le gusta a todo el mundo”. En él explicará el significado que tiene este pez para todos los gaditanos. Además, reconoció la ilusión que sentía por el cometido, admitiendo que le gustaría ser también algún año bautizado, pues hasta entonces no estará “libre de pecados”.

Posteriormente vendrá el bautizo a Antonio Trujillo, el Catalán Grande, con un agua que según María del Carmen Bernal “está más que bendecida”, pues la han recogido “del mar que baña a la playa de la Palma”. El catalán se sentía “muy contento”, y agradecía el detalle que le habían brindado, aunque él mismo reconocía que viñero es “de toda la vida”, sin necesidad de la ceremonia.

Asimismo, se alegraba de que la iniciativa “tan graciosa y simpática” tuviese como protagonista a un gaditano.

Antonio Trujillo no estará solo en el escenario, ya que a continuación sus hijos, componentes de la comparsa ‘La factoría’, cantarán -con su agrupación- en un acto donde las coplas de carnaval se convierten en algo imprescindible.

Detrás, el grupo de Jonathan Pérez, ‘A los que se le ven la pluma’, interpretará su repertorio a todos los que se acerquen al enclave.

Entre tanto no faltará la degustación de la caballa con fideos, poniendo el grupo de flamenco fusión ‘Rumores’ el broche a esta edición.

Un verano que llega a su fin, una caballa que faltará en el plato durante varios meses y unos viñeros que siguen fieles a sus tradiciones. Así es el entierro más alegre que existe, donde las risas sustituyen al llanto, los coloretes al maquillaje y las coplas de carnaval a los cantos fúnebres. En definitiva, la esencia caletera.

Diario de Cádiz

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