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Bien fría amaneció la mañana en La Viña en uno de esos días grandes del pre-Carnaval, no sólo del barrio sino de Cádiz, el de la Erizada, el acto gastrónomico que por antonomasia ha significado el pistoletazo de salida para la fiesta grande de Cádiz.
La Erizada Popular llegó en este 2007 a su vigésima séptima edición con las ganas e ilusión que tuviera la del primer año, allá en los años ochenta.
Muchísimo público, tanto gaditano como foráneo, se arremolinó en torno al tablao ubicado en la intersección de las calles Cristo de la Misericordia (sede de la peña el Erizo) y Virgen de la Palma, en el mismísmo corazón del barrio viñero. Desde temprano los peñistas comenzaron a trabajar para que todo saliera a pedir de boca. Una vez resuelto el problema planteado con el marisco en las ediciones pasadas (después de que se regulara en 2003 su captura), el único temor venía del cielo con esa intensa niebla que, acompañada de frío, se hacía dueña de las calles de Cádiz.
Como la cuadrilla más avezada, los del polo amarillo ultimaban los detalles pendientes como la megafonía, la cartelería y las barras en la que se servirían los más de cuatrocientos kilos de erizos y cientos de litros de manzanilla y cerveza para aclarar las gargantas.
Cajas de erizos apiladas en el pasillo que comunicaba la peña con el tablao. En el lado contrario de la calle, en Pericón de Cádiz, los últimos de la cola esperaban el plato de plástico con la media docena de erizos y su correspondiente copita de espumoso. La espera se hacía soportable entre risas, alguna que otra coplilla para amenizar el tiempo y buena cara. Muy buenas caras.
Como una balsa de aceite, el despacho de erizos extendió por todo el barrio, por las calles aledañas a la Palma, como Corralón, Martínez Campos, San Félix o Pericón de Cádiz a razón de cuatro o cinco euros la docena.
Nunca mejor dicho, en la viña del Señor hay de todo y muchos no podían dejar pasar el tiempo en una cola cuando, por un módico precio, se podían llevar a la boca el tan preciado molusco que en cuestión de horas desaparecería de los canastos de los vendedores y de los propios peñistas.
La megafonía anunciaba el inminente comienzo de la fiesta gastronómica, pocos minutos pasaban de la una de la tarde cuando Javier Taboas se dirigía a los congregados para anunciar el comienzo del acto, el preludio de un concurso de agrupaciones que comienza hoy en el Teatro Falla.
Un total de siete agrupaciones cantaron a Cádiz, a la mujer gaditana, a nuestros problemas y virtudes, poniendo en antecedentes a los asistentes, como si de un periódico se tratasen,sobre la actualidad de la ciudad y del país. A éstas, la organización sumó una más por sorpresa, el coro de La Viña El Tercio de Cádiz.
Las primeras letras que sonaron en el escenario venían de la mano del coro La Hermandad, agrupación que actuará en el Falla el jueves 25. Los de Miguel Ángel Flores se llevaron los primeros aplausos, con sus tangos que poco a poco fueron resonando por todo el barrio. La letra dedicada a la tonadillera Isabel Pantoja y Julián Muñoz cosechó una cerrada ovación.
Como sorpresa se anunció la participación de El Tercio de Cádiz, que cantó con rabia contenida un tango referente al reportaje que sobre La Viña emitió la cadena televisiva Cuatro. «Si pobreza hay en el barrio, más vergüenza tienen su gente».
Con este grito se removieron las conciencias de algunos y tan fuerte tuvo que sonar que las nubes se apartaron para que los primeros rayos de sol llegaran hasta el mismo tablao. El ambiente se fue caldeando con el paso de los minutos, amenizado con el tango viñero.
Pom, pom, pom gorrión… aahh venía desde San Fernando. Uniformados de negro, los chirigoteros isleños hicieron un repaso a las muchas vicisitudes que atraviesan las agrupaciones para llegar más allá de las preliminares en el concurso oficial.
Si el ambiente estaba calentito la cosa estalló con la Chirigota virtual 2007: Las pin-pollas, que la armaron. Toni Rodríguez se metió al público asistente en el bolsillo con su desparpajo y con sus continuos puntos, que incluso salpicaron al presentador.
El estribillo de este «grupo de amigas que van de despedida de soltera» encandiló al público de tal manera que toda la calle La Palma cantó a dúo con los componentes la pegadiza letrilla. La interactividad tan buscada por los autores carnavalescos saltó, como una chispa, en pleno corazón de La Viña con un público deseoso de cachondeo y ganas de reír.
Sin duda, los «virtuales» fueron los que más tiempo estuvieron en el escenario y los que animaron el ambiente. Junto al premio de la complicidad del público, los modernos chirigoteros se vieron agasajados con la presencia de las diez ninfas que en este carnaval intentarán alzarse con el título de Diosa durante el pregón de San Antonio.
Las simpáticas gaditanas regalaron a los presentes un baile por tanguillos con la letra de Los Duros Antiguos, en el que no se achantaron los componentes de Las pin-pollas.
Los miles de gaditanos y visitantes que se dieron cita, entre ellos la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, y varios concejales como Antonio Guerrero, Vicente Sánchez, Carolina Martínez, José Loaiza o Carmen Obregón, aplaudieron el derroche de alegría de las candidatas a Diosa.
En el ecuador del acto gastrómico, y como suele ser habitual por la gran acogida que el público dispensa, se acabaron los erizos que ofreció la peña. La ingesta del molusco se sustituyó por otros manjares gastronómicos gaditanos como el pescaíto frito, camarones o mojama.
Tras el vendaval de Toni y Cía llegaron las dos agrupaciones juveniles, en primer lugar la chirigota Los embotellaos y, luego, la Banda de los Jartibles, de la misma modalidad. Tanto unos como otros demostraron desparpajo en las tablas (reparto de bocadillos incluídos desde el público).
Para poner el colofón, dos agrupaciones foráneas, la chirigota emeritense Lo que se jartan de jachís y la comparsa vejeriega San Juan ofrecieron sus letras a los presentes.
A las cinco y cuarto La Erizada llegó a su fin, no así el macrobotellón del Corralón.
La Voz de Cádiz