Se asoma por su ventana
y ve a las niñas corriendo
que pa la escuela se van,
las sigue con la mirada
y en su mirada el recuerdo
de cuando iba a estudiar.
Y aún no entiende
qué ha pasado con su vida
ya no hay juegos
ni hay pupitres, ni hay amigas.
Dónde estaba esos días de niña
quién se los ha robao
y por qué por la calle
ahora va encadenada a un extraño,
la vendieron como esposa
ya no es más que mercancía
con tan solo doce añitos
se ha olvidado de ser niña.
Dejó de verse bonita,
se ha acostumbrado a los golpes
y ahora ya tiene asumido
que es propiedad,
que es propiedad,
que es propiedad,
que es propiedad de un hombre.
También dejó de ser hija
y está obligada a ser madre
aunque le cueste la vida
y aunque su cuerpo no aguante.
Con su sonrisa en cal viva
cuida de niños la niña,
no existen puertas violetas
para escapar de esta vida.
Cómo fue
que la clavaron a esa cruz
dónde está
la infancia que no conoció,
dónde le robaron sus amores adolescentes,
dónde queda aquel futuro que soñó.
Sigue ahí
apaleada por el mundo
invisible asomada a su ventana
esperando a ver a las niñas
tras las rejas de su casa
encarcelá en la barbarie humana.
Constantino Tovar Verdejo
‘La brigada’ – 2022