Qué pena que yo no tengo la voz
con la que te cantó el Catalán chico,
o el gusto que le da Dani Obregón,
ni la potencia de aquel Pelahigo
o el pellizco del Ramoni,
o el no se que del Fernandi,
la inmortal del Albaiceta
o la de mi amigo Fali,
aunque yo me compraría
la impagable voz del Carli.
Yo quiero saber pa tener esa voz,
cuál es tu secreto, dilo, Caracol,
a quién hay que rezar, cuál es vuestro Dios,
para igual que el Chupa tenee aquí un cañón,
qué envidia me da, a quién hay que matar,
pa tener en las cuerdas esa dulce miel,
como la que suelta en sus notas
ca vez que el Mcgregor canta,
y embrujarte Cai con mi garganta.
Enrique García Rosado
“Los hombres de goma” 2007
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