Déjese de sermones
que pienso lo contrario.
Esta vida es la mía
y más que vida es un calvario.
Ya sé que la eutanasia
no figura entre sus sacramentos.
No me hable más del cielo
que yo conozco el Infierno.
Mi universo es una cama,
cuatro paredes y una ventana,
que me retienen como a un esclavo.
Mi futuro y mi presente
es un cuerpo roto que nada siente,
yo soy la risa de los gusanos.
No me recete más padrenuestros,
déme una dosis de sueño eterno.
Me acojo a mi libertad,
al derecho de terminar
con mis noches y con mis días.
Me aferro a la sinrazón
de acabar con un corazón,
cansado por la agonía.
Pa mi mujer y pa mis hijos
soy sólo un trozo de carne.
Como va a ser un asesino,
alguien que puede salvarme.
Salga de mi habitación,
su presencia me da dolor,
largo con su paraíso.
Si fuera un amigo en verdad,
ay del quinto mandamiento.
Para usted su religión,
yo no comulgo con un Dios
que deja vivo a los muertos.
Antonio Martínez Ares
“La Niña de mis Ojos” 2001
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