Esta es la historia de un viejo
al que se le marchaba
de sus brazos esa gran mujer
esa que le aconsejó,
que incluso hasta le mimó
a la que quiso de veras.
Esa mujer con la que mantuvo recuerdos gratos,
con la que riñera por tonterías algunas veces,
pero los valores de esa compañera
siempre los cubría con creces.
Cuánto la echará de menos,
que se apaga su alegría
ya está respirando su agonía.
Él miraba el retrato de vez en cuando
para creerse que no está sólo
y que su Carmela solo dormía.
Le pedía bajito que lo llevara
que ya no tiene ilusión ni ganas,
no quiere esta vida.
Se siente tan inútil cuando ve que los demás
nunca le dan su sitio ni su honor.
El viejo ya solo sabía estorbar
en un asilo acabó
y entre aburrimientos
se fue secando selo
y cuando al fin ya se murió
en vez de triste se fue
pal cielo sonriendo.
Francisco y José Luis Alcántara Pedemonte
‘Nos quedamos de piedra’ – 1989