Yo me confieso
que soy de siempre un enamorao
de nuestra Semana Santa
y de estas típicas tradiciones
pero lo escuchad
lo que me pasó a mí el año pasao
cuando me fui al Jueves Santo
con la parienta a ver procesiones.
Los penitentes me puse a ver en Compañía
y empezó el niño: “Papá, quiero un pirulí,
quiero alcatufas, pipas, chicles y arropías”
y yo me compré chochitos.
El callejón de Compañía es estrechito
y el manigueta con la horquilla me endiñaba,
la gente aplaude cuando yo pego esos gritos
porque creían que una saeta cantaba.
Y el capataz dio entonces fondo despacito,
bajando a todos por igual los quiero ver
y con la pata que me cogió to el deo chico
y al encogerme un cabezazo me endiñé.
El pirulí me lo clavé en to la encía
y to sangrando pa mi casa yo me fui
y mi chiquillo mirando al paso decía:
“¿Quién es el Cristo: mi papá o ese de allí?”.
Enrique Valdivia Bosch y Luis María Rodríguez Rondán
‘Los combois da pejeta’ – 1988