No se me olvidará nunca cuando chiquillo
la mañana del domingo de Carnaval,
mi madre me despertaba con un tanguillo
para ponerme el disfraz.
No se me olvidará nunca cuando chiquillo
a la calle de la Palma, de madrugá,
mi madre a mi me llevaba,
la magia se desataba
y el corazón me estallaba
al escuchar.
Si alguno quiere guerrilla, pue…
puede salir achocao
ay, mamá, que viene el lobo
y no digas a la madre que le he pegao.
Un robot decía que una mané,
a la altura que de la cabezé,
y el mandigo dijo: “acuérdese usted
es blanco pero es muy bueno”.
Esa ha sido mi escuela y mi señal
donde aprendí las artes de Carnaval.
Yo no canto penas,
no canto desgracias,
canto a la manera
que aprendí en mi infancia
cuando la diosa alegría,
cuando la diosa alegría
era la dueña de la comparsa.
Jesús Bienvenido Saucedo y Andrés Ramírez Rodríguez
‘Los mendas lerendas’ – 2008