Las cenizas del autor, fallecido el pasado día 11, se han esparcido en el agua como era su deseo, rodeado de familiares y amigos
Del bar Los Pabellones al Convento de Santa María para compartir confidencias con el Nazareno y de ahí, a la playa de los Corrales antes de volver a casa. Pedro Romero repitió ese paseo decenas de veces, una ruta cotidiana con los amigos o los compañeros del Carnaval que ayer sirvió de homenaje para darle un último adiós.
El querido autor, que falleció la madrugada del pasado 11 de marzo en una residencia de San Fernando, tentó a la superstición y compartió con sus más allegados el deseo de que sus cenizas se esparcieran en las aguas de Santa María del Mar.
Y desde su sepelio hasta ahora los restos han estado recogidos en una caracola, un guiño a aquel pasodoble de los ‘Blanco y negro’ que tantas alegrías le dio. Y así fue trasladado hasta el bar Los Pabellones, donde cuelga una foto en su recuerdo. El acto comenzó sobre las doce de la mañana con la lectura de un poema a la libertad de Manuel Hernández, uno de sus autores favoritos, que arrancó la emoción de los asistentes.
Y en manos de Miguel Clares, habitual del establecimiento y de las tertulias carnavalescas, la caracola comenzó el recorrido acompañado por un buen número de amigos y autores como Joaquín Quiñones, Juan Carlos Aragón, el empresario Agustín Rubiales, Antonio Montiel -que ha presidido este año el jurado del COAC-, Francisco Abejón ‘Carapalo’, Antonio Gallardo del bar El Malagueño, o Ana Barceló.
Hasta el templo de Santa María, entre los numerosos devotos que visitaban los pasos desde temprano antes de la salida de Jueves Santo se hizo un hueco el cortejo para leer otro poema, esta vez con firma de Pedro Romero, que dedicó al Nazareno hace ya casi dos décadas: «Divino vecino, Jesús Nazareno, padrecito nuestro de color moreno. Ya estoy en mi barrio, gitanito bueno, Jesús Nazareno de Santa María, la joya del barrio, nuestro relicario…».
Durante el acto, sus hermanas Carmen y Rita agradecieron la presencia de los que quisieron acompañarle y continuaron el recorrido hasta la playa, donde se le dio la última despedida. La caracola con sus cenizas fue llevada por varios niños hasta la orilla donde uno de los surfistas que disfrutaba de las olas se ofreció para esparcirlas en el agua, dando así por cumplido el deseo del autor. Éste no será el único homenaje que se le haga al poeta gaditano, que falleció a los 74 años en la residencia Vitalia de San Fernando víctima de una larga enfermedad.
La Voz de Cádiz