Recuerdo aquella noche tranquila y serena,
a la luz de la luna reinaba la calma
yo casi me dormí mirando las estrellas,
cuando uno de nosotros dio la voz de alarma.
Atentos hay un perro
que se está acercando,
se va a buscar el colega una buena paliza,
sin que se dieran cuenta estaba rodeao
pero na más que verlo nos entró la risa.
Estaba con el rabo entre las patas,
y cagaíto de miedo,
tranquilos que este no es un callejero.
Venía con las patas ensangrentadas,
no nos echó ni cuenta
y con la lengua se curaba,
¿tú qué estás haciendo aquí?
te vas a meter en un lío,
¿tú qué estás buscando,
qué se te ha perdío?.
Y nos dijo: “yo solo recuerdo
que del coche bajé pa jugar,
y al momento no estaba mi dueño,
estará llorando,
me estará buscando,
yo lo tengo que encontrar.
Y le dije pero tú eres tonto
a ver si te enteras,
que tu dueño no te está buscando,
que te abandonó
y lo hizo el hijo de puta en la carretera,
porque para pegarte dos tiros
no tuvo valor.
Aquí no puedes quedarte,
tienes que largarte,
espabila ya que la calle te come.
Y si sales de esta y vives pa contarlo,
haz como los gatos,
no te fíes nunca jamás de los hombres.
Francisco Javier y David Márquez Mateo
‘Los gatos callejeros’ – 2013