La salida del Concurso de Aragón y la más que posible de los Carapapa abre una nueva vía hacia la profesionalización de la comparsa
La mayoría de los autores reclaman cambios en el jurado y el sistema de puntos
Se avecinan tiempos convulsos para el Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz. En las últimas semanas algunos autores han manifestado su intención de desligarse de todo lo que huela a oficialidad en torno al Falla, al menos para el año que viene, y, quién sabe, si para siempre. Todo dependerá del resultado de su aventura en 2014 o de la fortaleza de sus decisiones. En cualquier caso, el anuncio de Juan Carlos Aragón de retirar su comparsa del Concurso, pero seguir con su grupo y un nuevo repertorio para actuar en distintos foros, y la idea que manejan los Carapapa de emular este modelo con su comparsa hacen pensar que algo falla en el COAC. No es reseñable el hecho de que descansen de la competición, todos los años varios autores lo hacen, pero sí que aleguen el ya conocido argumento del «concurso prostituido» como justificación para tomar nuevos caminos.
Hay quien piensa que esta nueva vía que se abre para las agrupaciones puede acabar con el romanticismo, la parte sentimental de la fiesta gaditana. Otros, sobre todo la savia nueva, opinan que no es más que la consecuencia lógica del descontento general con un sistema anticuado que no hace sino encorsetar la libertad artística de autores e intérpretes. La tercera visión, aunque habrá tantas como aficionados a las coplas, es que los autores que están anunciando su adiós al Concurso no lo hacen más que por un calentón provocado por su mala clasificación en el último COAC.
De cualquier forma, más allá de entender o no la decisión de estas agrupaciones, hay una sensación general de hartazgo. La mayoría de los autores consultados afirma que «hay que cambiar la organización del Concurso». La elección del jurado y el sistema de puntuación son las quejas más repetidas.
Por el momento, parece que la baraja ha comenzado a romperse por la modalidad de comparsa. Uno de los grandes nombres, Tino Tovar, hace un análisis profundo de la situación del Concurso. El comparsista parte de la base del respeto a la decisión de sus compañeros, «cada uno puede hacer lo que quiera», aunque no comparte la forma de actuar porque «por encima de todo hay que ser agradecido con el Concurso y con el aficionado». Está convencido de que hay que cambiar el Concurso, «pero desde dentro, no boicoteándolo. Al final lo que quiere el aficionado es escuchar una comparsa que lucha por ganar, no una que ensaya para cantar en una discoteca».
Señala a las capacidades del jurado como uno de los grandes déficits del COAC: «El gran problema es que se elige al presidente del jurado a dedo, y este elige para acompañarle a su camarilla. Con sólo dos dedos de frente se sabe que una persona no puede valorar a las agrupaciones con criterios cuantitativos. El galimatías de puntos actual no tiene ni pies ni cabeza. Además, este es el único jurado del mundo que no tiene tiempo de deliberar».
Con muchos de estos argumentos coincide uno de los jóvenes autores que viene pisando fuerte en la comparsa. Germán García no duda en afirmar que «el Concurso está fatal». El autor de ‘OBDC Animals!’ habla sin tapujos: «El sistema está anticuado y hay demasiados colectivos implicados en la organización del Concurso que sacan tajada de ello. Hay pesos pesados que son los que quitan y ponen al jurado a su antojo, según su conveniencia. Hay que luchar contra esa politización del Concurso».
García afirma que está de acuerdo con algunas de las reivindicaciones de grupos como los de Aragón o los Carapapa, «pero me llama la atención que todas estas quejas vengan cuando no quedan bien en el Concurso». Cree que hay que cambiar cosas, pero es un error renunciar al Concurso, porque «tenemos en nuestro poder una herramienta de denuncia muy poderosa, que llega a mucha gente y eso es importante mantenerlo».
Malestar general
Pero el descontento no se limita sólo a los comparsistas. En el resto de modalidades también se respira ese hartazgo con la organización del Falla. Un ejemplo claro es el de Ángel Gago, que ya ha anunciado que el año que viene tampoco acude al Concurso con su cuarteto. Apoya la decisión de los que han decidido explorar nuevos caminos lejos del teatro gaditano. «Entiendo que hay mucha gente parada y que se tienen que buscar la vida», al mismo tiempo que comparte la desilusión por la competición carnavalesca. «El Concurso encorseta mucho, y eso quema. En mi modalidad cambiaría como mínimo el sistema de puntuación», señala.
Pero su mayor queja también apunta a los que dan esos puntos. «El presidente del jurado debería ser alguien en el mundo del Carnaval. Una persona que ha sacado dos coros en San Fernando no tienen autoridad moral para serlo». Su decepción con el COAC es tal que no sabe si volverá alguna vez a las tablas, pero hay algo que también tiene claro: «Porque dos comparsas grandes no salgan no pasa nada, hay que estar con las demás que siguen saliendo».
Un chirigotero acostumbrado a sufrir sonados cajonazos como José Antonio Vera Luque también coincide en que el Concurso «lleva raro y rancio desde hace mucho tiempo», por eso entiende a los que deciden retirarse, aunque no considera que sean un ejemplo de rebeldía.
Vera Luque también es de los que piensan que hay que cambiar las cosas desde dentro. «El Concurso tiene muchísimas lagunas, desde la elección del jurado a cada punto del reglamento tienen que revisarse. Pero ya para el año que viene se nos ha pasado la fecha. Esto hay que hacerlo en caliente y todos los colectivos tienen que involucrarse y opinar, no sólo los autores, también intérpretes, medios de comunicación, artesanos, todo el mundo».
Lo que no tiene tan claro, aún respetándolo, es que el camino de la profesionalización de las agrupaciones, apartadas del Falla, sea el más correcto. «Si quieres que te escuchen el sitio es el Concurso, que es donde más audiencia se puede tener. Intentarlo fuera es limitar la audiencia y más aún, limitarte a tu audiencia. El Concurso es hoy día el mejor altavoz que tenemos», concluye.
El jurado
Otro autor de renombre, en este caso un corista como Nandi Migueles, que sabe lo que es tomarse no uno, sino varios años sabáticos -algo que por cierto no hará en 2014, cuando volverá al Falla con su coro de los Niños-, es uno de los pioneros en pedir un cambio radical en las reglas que rigen el COAC. «El gran problema es que hay mucho miedo al cambio, pero esto ya está caduco. Este sistema ha servido para crear afición, pero se ha comercializado todo demasiado. Ahora mismo está todo demasiado encorsetado y apenas se puede sorprender a la gente. En vez de ir renovándonos vamos marcha atrás».
Migueles también clama porque el jurado sea «semiprofesional, como todos los jurados del mundo. No es normal que no haya deliberación, hay demasiadas prisas, y el resultado de todo esto es que la gente se está quemando».
Los veteranos
Todos ellos representan al gran sector, a todas luces mayoritario, de los que piden una renovación de la forma y los conceptos dentro del Carnaval. Pero hay otros autores, los más veteranos, que, quizá porque la experiencia es un grado, porque saben que las quejas han existido siempre o puede que porque con este sistema les ha ido bien, ven intereses que poco tienen que ver con los ideales carnavalescos en esa ola de cambio que amenaza con desbaratarlo todo.
Uno de ellos es Joaquín Quiñones. El experimentado autor parte de la base de que «las decisiones son personales y respetables, pero se ha demostrado que cuando no se va al Concurso la gente ni se entera de que las agrupaciones han salido. El Falla es el trampolín, pero hay una corriente que quiere acabar con la gallina de los huevos de oro, que es el Concurso». No es optimista. Afirma que ve el futuro del COAC «muy negro a corto plazo». Quiñones dice que detrás del malestar general que se detecta hay «un trasfondo político. Hay un ataque frontal al Patronato, pero en 34 años que llevo en esto no he escuchado a nadie quejarse cuando se ha llevado un primero. Intentar profesionalizar la comparsa acabaría con la esencia y el sentimentalismo del Carnaval. Si ha habido dos duros yo he sido el primero que los he cogido, pero pensar que vamos a comer de esto es un error».
Por último recuerda que «el Concurso, incluso cuando han faltado los mejores, no se ha venido abajo. Todos somos importantes, pero nadie es imprescindible».
En esta idea profundiza otro de los grandes, Antonio Martín. «En el año 88 descansamos Villegas, Quiñones y yo, ¿y qué pasó?, nada, porque si se van algunos, hay otras muchas comparsas. El Concurso no se va a acabar porque algunos no salgan. A rey muerto, rey puesto. Se fueron Paco Alba y Villegas y aquí seguimos». Martín afirma que «no hay nada nuevo» en todo este movimiento de protesta. «Pasa cada año. Los autores se fundamentan en que no están de acuerdo con el fallo del jurado y va a seguir pasando. Lo que pasa es que es mucha casualidad que cada vez que nosotros ganamos un primero esté todo el mundo indignado. El año pasado yo estaba en el otro lugar, pero hay algunos que este año no han demostrado nada y están protestando».
Antonio Martín no se aparta de la posibilidad de que se introduzcan cambios, de hecho, «todos los años se revisa el Concurso». De todos modos, está convencido de que los que se van, volverán, «porque nadie va a erradicar el Concurso con nada que se invente. A lo mejor esta es una buena ocasión para chavales que están esperando su hueco», opina.
La Voz de Cádiz